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Soles e infiernos

  • HSG
  • 28 dic 2014
  • 1 Min. de lectura

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Tiene el infierno en los labios y el paraíso en el beso

Sus labios ardían, ardían de una manera muy especial,

lo suficiente para incendiar mil bosques

lo suficiente para guarecer de mil inviernos.

Ardían a primera instancia,

ardían con el solo roce,

pero si eras lo suficientemente valiente,

si resistías, sentías como te abrazaban.

Pero que tonto fui,

jamás me di cuenta,

todas las señales han estado ahí

No es normal esa sensación

que hace perderme,

consumirme y luego regenerarme,

En sus brazos soy un ave Fénix

Una vez en llamas me hago cenizas y puedo decir,

que cada una de ellas se entregan enteramente a él,

a su cuerpo y a su calor

Porque de ese mismo fuego es de donde renazco yo

no me importa consumirme una y otra vez,

lo puedo hacer por siempre, para toda la vida,

porque después de consumido,

después de hacerme polvo sobre su existencia,

dentro de él, solo ahí,

es donde encuentro el camino de vuelta

En él está mi consumación y mi renovación

Pero que tonto fui,

nunca vi las señales,

su brillo descomunal, sus ojos de fuego,

sus labios ardientes, sus manos candentes,

Que tonto fui,

que nunca vi,

no fue hasta hoy,

que me di cuenta que el sol mismo me hace el amor


 
 
 

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