Y aún así me dijiste que "no"
- Luna Vicario
- 7 mar 2017
- 3 Min. de lectura

Para que me digas que sí, he desempolvado mi caja de lapiceros y me senté por horas enteras a pensar en ti, y en ¿Qué hacer para que me digas que sí?
Mujer de los ojos de luna, y el cabello rizado, de tez blanca como la nieve y sonrisa de flor de mayo. No hay tiempo para dar explicaciones de por qué te quiero, pero el tiempo es muy relativo y cuando uno es feliz, este se va volando. Y yo siento que nazco y muero cada vez que te veo y estoy contigo.
El amor actual está lleno de convencionalismos, y a mí, nada de eso me sirve para que me digas que sí. Que me dejarás abrazarte hasta que tu torso se funda en mis brazos y me impregnes de tu perfume. Decirte “te quiero” suena vacío, no puedo decirte todo lo que todo el mundo se dice cuando está enamorado, porque contigo quiero más que eso. No quiero decirte todo lo que le pude haber dicho a alguien más, no quiero enamorarme de ti de la misma forma en la que lo hice en un pasado de otra persona completamente distinta a ti, no quiero que me rompas el corazón por los mismos motivos que lo hicieron otras tantas. Y la verdad es que no estoy segura de querer estar contigo siempre ni de que seas mi novia, pero tengo urgencia de que me des la libertad de quererte, por favor, dime que sí.
Quiero acariciar tu pelo, mientras te leo mi libro de poemas favorito, quiero tirarme en el pasto contigo y ver las ramas de los árboles mientras bailan cuando el viento las acaricia, quiero clavarme en tus ojos color caramelo y permanecer adormecida con tu aroma de estambre, madera y vainilla. Tengo necesidad de ti, de escucharte, saberte y conocerte, de verte feliz a cada momento. Y cuando no, ser el pañuelo con el que seques tus lágrimas y darte el espacio que necesites cuando la furia inunde tu cuerpo y enferme tu alma.
Perdona que a veces fije mi mirada en ti, pero no quiero perderme ni un segundo de tu existencia. Me lleno de angustia cuando te veo callada y distante, como molesta con la vida.
Me pongo nerviosa cuando te me acercas demasiado, y nace en mí un instinto animal de besarte y respirar tu aliento. Me tenso cuando recargas tu frente en mi hombro mientras ríes, porque no sé si reír contigo o plantar un beso en tu mejilla, me llenas de alegría el pecho y siento como la sangre se acelera y yo me convierto en cometa.
Cuando me ves, muero de curiosidad por saber qué es lo que estás pensando y si sientes lo mismo que yo cuando nuestras miradas se cruzan, luego me rio porque lo siento imposible, me gustas libre, y quién soy yo para enjaularte, ave de alas doradas. Hay noches en las que duermo pensando en el olor de tu cabello, y me imagino que tus ojos color caramelo me miran con el mismo amor que yo a ellos.
Contigo me cuesta escribir, porque mi cerebro entorpece cada vez que pienso en ti, no razono, no puedo seguir una misma historia e incluso terminar una línea es demasiado trabajo, me gustas, pero no hay palabra que pueda responder a tus “por qué”. Podría enumerarte por separado qué es lo que me gusta de ti, pero no en conjunto.
Y por ratos maldigo la hora en la que nacimos “millenials” y los noviazgos ya no son tan importantes como lo eran antes, y enamorarse parece cosa del pasado, en otros tantos bendigo el día en el que naciste así, toda “happy hippie” y que no tienes época, momento ni hora. Vives como solo tú puedes vivir, bailas y haces caras, gritas y saltas si quieres hacerlo, “porque puedes” es lo que siempre me dices. Y me encantas.
Poco te importa lo que les pase a las personas a tu alrededor, si ríen o llorar, a ti te va y te viene, ni fu ni fa.
Pero todavía no puedo contestarme a mi interrogante inicial, ¿qué debo hacer para conseguir un sí de tus labios rosas?
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