Para quien lo ame después que yo
- Julia M. González
- 26 jun 2015
- 3 Min. de lectura

Para quien lo ame después que yo:
Amarlo es una de las tareas más difíciles a las que te entregarás en tu vida. No porque él no merezca ser amado, al contrario, pero amarlo incondicionalmente requiere que dejes de amarte a ti misma.
Su mirada seria y sus palabras crueles son su armadura. Debajo de ella es frágil como un niño. Desea –quizá sin saberlo– defenderse de todo y de todos con su patética armadura de piel y hueso. No lo culpes por ello como lo hice yo. Protégelo de esos demonios que jamás menciona (y de los cuales el más grande es él mismo) como yo jamás aprendí a hacerlo.
Toma su mano en la oscuridad y guía sus pasos por tu piel; él probablemente te tocará como solía tocarme a mí, la música de su piel contra la mía fue el único baile que logré enseñarle. Mucho éxito.
Te dirá que te ama a dos semanas del primer beso. Por tu bien y por el de él, no le creas. Tiende a usar esas palabras a la ligera porque cree que las mariposas que lo haces sentir cuando lo besas son la encarnación misma del amor. Pero tú y yo sabemos que las mariposas son efímeras y que el amor es caos, no calma.
Te pintará cuadros hermosos de un futuro que jamás imaginaste pero que ahora esperarás ansiosa. Te hará sentir –sin palabras, porque su amor es mudo– la mujer más feliz del planeta. Acallará a besos los gritos de tus propios demonios. No pienses. No lo cuestiones. Disfruta estos momentos; serán los mejores.
Llegado el momento, quizá te amará. No le pidas que te demuestre ese amor que siente por ti pero que, disfrazado de simple afecto, no eres capaz de ver; simplemente no sabe hacerlo. No le exijas más de lo que puede darte, no obtendrás nada bueno.
En cambio, dale más de lo que tienes. Necesita tu aprobación incondicional (incluso cuando está equivocado); jamás lo hagas dudar de sí mismo. Necesita que celebres incluso el más insignificante de los logros. Necesita escuchar de tus labios una y otra vez aquellos “te amo” que pocas veces te dirá. Necesita desesperadamente sentirse especial, amado, pues es incapaz de amarse a sí mismo. Por favor, ámalo sin pensar en las consecuencias. Abandónate a ti misma y entrégate a él; después de todo, es lo más hermoso que puedes hacer.
Pero no te engañes: te hará daño. Llorarás a media noche (algunas veces mientras él duerme a tu lado), pues en el fondo sabrás que no tiene el valor de luchar por ti. Y no lo hará, te lo aseguro. Llegará el día en que los problemas, el tiempo o la distancia serán demasiado. Tú sabrás que no es cierto, que sólo tiene miedo del hombre en el espejo, pero la mirada en sus ojos será irrevocable. Te culpará a ti porque es egoísta. No te mirará a los ojos porque es un cobarde.
Se irá para siempre. Se llevará todo lo que le habrás dado y te dejará el alma vacía. Te robará las noches y la cordura. Te llenará de soledad y miedo a ti también. Querrá recuperarte, pero no de la manera en que tú quieres. Y será entonces cuando descubras que él ya no viene primero.
Les prometo, a ti y a las demás, a nosotras, a las que nos hemos quedado sin lágrimas por él, y a quienes lo harán después de mí y de ti, que no vale la pena. No llora tu ausencia; no lamenta haberte perdido. A él no le duele como a ti ni lo hará jamás; el corazón no le sangra por las noches ni lo acosan los recuerdos como a ti. Querida, el amor es guerra. Estás herida, pero no derrotada. Levanta la cabeza, enjúgate las lágrimas y bórralo de tu vida. Por tu bien, no por el suyo.
PD: Disfruta mientras puedas.
Mucha suerte.
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