Medusa
- Luna Vicario
- 19 ene 2016
- 1 Min. de lectura

Musa de mi embriaguez, diva de la vida, deseo de batallones y realidad de los benditos, parpadea tres veces para provocar un remolino.
Mujer de ojos grandes color café y azúcar capaces de quitarme el sueño y perder la noción del tiempo, de pestañas erectas, de sonrisa de luna y pecas de constelación, mujer de curvas peligrosas, piernas largas y cabello ondulado, mujer de tez morena como la arena que ha sido humedecida por las constantes caricias de las olas del mar, mujer que no tiene miedo de llorar por las despedidas ni le importa arriesgar su vida por decir el último “te amo” del año. Mujer maléfica de pensamientos destructivos, por ti pierdo los estribos y no me apura recuperarlos.
Mujer atómica, de caderas impenetrables, líbrame de los malos pensamientos y cuídame de la promiscuidad. Amazona de mis selvas repletas de palmeras de locura. Llévame a navegar por el río del erotismo, déjame respirar tu mismo aire y fundirnos en un beso hasta convertirnos en aleación de carne.
Grítame con la mirada, cállame a besos, con esos labios carnosos, rellenos de secretos, rojos pasión, rojo sangre como la vida, como el socialismo que vivimos todos y cada uno de tus pretendientes, que en esta lucha de poderes solo gana quien más suerte tenga.
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