A-Diós
- Luna Vicario
- 16 feb 2016
- 1 Min. de lectura

¡Cómo desearía que todavía fuera ayer! No porque haya sido un día especial para el dominio público, sino para recibir sus buenos días una vez más, por amanecer con un beso en la mejilla. Quiero que sea ayer para poder disfrutarla hasta la última gota de su esencia, abrazarla y respirar su perfume, molestarla y hacerla reír a carcajadas, quiero regresar el tiempo y decirle cuanto la amo. Lavar su pies y sus manos que tanto han hecho por mí, quiero capturar el momento, inmortalizarlo, detener el tiempo y no dejar nunca que se vaya. Esta noche me iré a dormir sin su beso en la frente y si entre sueños soy atacado por una pesadilla rogaré el ser asesinado al instante porque ella no vendrá a cubrirme con sus brazos ni poner mi cabeza en su pecho para decirme que todo va a estar bien. ¡¿Cómo puedo estar bien, cuando no está ella?! ¿Cómo mantendré mi fe en Dios si me la ha arrebatado? ¿Ahora quién me amará como lo hizo ella, y cómo puedo estar tan seguro de que me seguirá cuidando desde un lugar que nadie tiene la certeza que existe? Mamá, si en algún otro lugar del universo te encuentras, quiero que sepas que no te guardo rencor por dejarme solo y si puedes escucharme entonces cada mañana le gritaré al cielo cuanto te amo y te extraño, con la ciega esperanza de que puedas recibir mi mensaje.
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