Geografía

En noches de lluvia como esta

(que tanto se parece a aquella de nuestro primer beso)

me gusta fingir que ya te he olvidado,

que recorro con las manos nuevos caminos

y que ahí ya nada me recuerda a ti.

Que en recorrer otras pieles se me olvida la tuya,

que el sabor de otros labios me inunda la boca,

que ya no lucho contra mí misma

(ni contra ti)

y que todas mis batallas las libro contra él.

Con la punta de los dedos escalo sus montañas,

con las manos le espanto los recuerdos,

y él, en silencio, se deja conquistar.

Su lengua me envenena la boca,

me la llena de incontenible deseo.

El himno de esta tierra es su nombre,

y yo lo canto con el pecho en llamas.

A diario me pierdo en sus caminos

con la esperanza de por fin encontrarme.

Miro lunas nuevas en sus ojos

y bebo ansiosa de sus ríos

para olvidar que aún no te olvido.

Él se aventura curioso por mis valles,

caminándolos lento, de roce en roce.

Escala mis piernas, explora mi espalda,

memoriza a besos los lunares en mis hombros.

Libra batallas contra un enemigo ausente,

se levanta en armas contra tu recuerdo,

y noche a noche gana terreno.

(O eso queremos creer)

Nos reconstruimos el pasado poco a poco,

nadamos en el mar de nuestro deseo.

Él conquista mis cumbres escarpadas,

y me arrebata el miedo de las manos.

Volvemos a ser nosotros

aunque sea por una noche.

Él, que en mí aprende a olvidarla.

Yo, que en él me olvido de recordarte.

En noches de lluvia como esta

(que tanto se parece a aquella de nuestro último adiós)

me gusta fingir que ya te he olvidado,

que ya no veo tu ausencia por doquier,

que la palabra “amor”

ya no canta la música de tu nombre.

Y es que quizá no estoy fingiendo.

Quizá, sólo quizá, ya te he olvidado.

#poema #poesía