Para perdonarme hoy. VOL. II
- Heriberto Sánchez
- 14 abr 2017
- 6 Min. de lectura

Para perdonarme hoy… Acepté otra de las ironías del universo. Recuerdo que muchas veces él cuestionaba por qué me quedaba y en una de aquellas ocasiones yo le respondí:
Me quedo porque este es quien soy yo, porque en muchas ocasiones muchas personas que se equivocaron conmigo simplemente se marcharon, sin siquiera darse la oportunidad de ver si iba a perdonarlos y lo peor es que yo estaba dispuesto a hacerlo, pero ellos jamás se acercaron. He visto a gente salir de mi vida que creí que jamás saldría, amigas que consideraba mis hermanas, a mi papá, incluso a otros familiares, personas con quienes sentía un vínculo y simplemente se fueron. Estoy harto de vivir en un mundo donde estamos acostumbrados a salir de la vida del otro, que todos somos desechables, a mí me ensañaron que si rompes algo o a alguien, te toca repararlo, además no sabes las veces que he odiado sentir que es más fácil dejarme roto o rendirse en lugar de ayudarme. Jamás podría hacer eso contigo, de entre todos, tú serías el último.
Y al final… Sentí que todo fue mentira. Las veces que pude hacerlo mejor, finalmente terminaba fallando, algo terminaba saliendo mal o volvíamos al punto de partida, en realidad más atrás que del punto de partida porque eran cosas que se sumaban y entonces todo empeoraba. Vaya que luchamos. Vaya que luchó.
Entonces… finalmente hoy me reuní con una personita muy especial. Sin duda la mayoría de los recuerdos de mi preparatoria en un ser humano. Una persona que creí que jamás volvería… Y volvió. Fue como si el universo me dijera “Dices que odias que te dejen, dijiste que si esa persona se hubiese acercado incluso tú la habrías aceptado de regreso. Tú buscaste una segunda oportunidad, ahora veremos si tú la puedes dar” Y puedo decir con gran satisfacción: Prueba superada.
Hoy fuimos a tomar un café en honor a los viejos tiempos, nos pusimos al día de nuestras vidas y no solo eso, me llevé lecciones gigantes. Nos unieron temas de conversación inimaginables, entre ellos la danza, el campo de trabajo, las prácticas profesionales, las fiestas, el presente, mi historia y finalmente su salud.
Después de que me platicó las cosas por las que ha pasado, reafirmé que sin duda todo puede cambiar en un año. Hoy estás arriba y mañana estás abajo o viceversa. Escuchar su relato acerca de cómo murió en una operación y tuvo que ser reanimada, de cómo de alguna manera la vida le dio una de las sacudidas más grandes que alguien podría recibir, de cómo literalmente recibió una segunda oportunidad para vivir y hacerlo bien, fue algo que me estremeció demasiado. Fue algo que también me hizo pensar en él, que me hizo pensar en mí, ¿Estaremos mejor en un año? Yo espero que sí, espero que sin duda más felices, más realizados, más contentos, ¿La vida me daría una segunda oportunidad como esa a mí o él? No quiero saberlo, prefiero aprovechar la que tengo, espero que él también, yo sé que lo hará.
Salí del café con un regalo gigante en mi corazón: Una experiencia de vida contada desde lo más profundo de alguien, junto con todos los aprendizajes que trajo para esa persona - Que sin duda me servirían a mí no solo ahora si no siempre – Y algo más valioso aún y me permito citarlo como esta persona lo dijo “El ciclo de nuestra amistad renovado” y tengo grandes esperanzas en que así sea.
Por otro lado, ese no fue el único contacto que decidí renovar hoy. Algo me dijo que sería buena idea escribirle a un amigo más diciéndole que lo extraño a pesar de lo poco que hemos hablado en los últimos meses. La sorpresa que me llevo es que él también, otra sorpresa no tan grata es que en este punto de su vida está lidiando con una depresión muy grande y luchando contra un sentimiento muy profundo de quitarse la vida. Sentí una tristeza infinita y el dolor de otra ironía: Mientras hay personas que lloran al contar acerca de la segunda oportunidad que les da la vida, hay otras que hemos llegado a sentir que la que tenemos no es suficiente, que no podremos hacer nada con ella y preferimos despojárnosla.
Fue entonces cuando pensé lo diferente que sería si de alguna manera pudieras transmitir esos años que te quedan a ti a alguien más, que alguien los aproveche por ti. Sin duda los repartiría entre mis seres queridos. Mi hermana, mi mamá, mi papá, mis abuelos, incluso a él, a él por el tiempo que le lleve repararse, por el tiempo que sufrió a mi lado. Y que esos años lleguen con una nota que diga “Fulanito de tal ha decidido donar X años que no vivió por marcharse antes. Úsalos como él/ella le hubiese gustado verte” Creo que por raro que parezca, sería sin duda algo magnifico y una manera también de que esas personas hagan algo además de sentirse tristes, que busquen honrar aquellos años donados a través de la búsqueda de algo que aman, de realizarse, de ser felices. Pero no funciona así, en ese momento dejas de existir y ya. Te conviertes en un vacío y en el shock de la vida de otros. Hasta morir se vuelve un daño colateral.
Me sentí mal porque recordé lo que otro amigo me dijo en el transcurso de estas semanas
“Estás tan ensimismado con lo que te pasa a ti que se te olvida que los demás también tenemos problemas” Me sentí muy culpable, pero no dejé que eso me consumiera. Puse mi corazón en la charla que tuve con mi amigo deprimido y como pude traté de transmitirle un poco de mí, le confesé también que tal vez en estos momentos era el menos indicado para hablarle de fe y esperanza con lo recurrentes que habían sido ese tipo de pensamientos en mi vida a lo largo de estos meses, sin embargo le dije que aquí seguía, que si yo seguía él tenía que quedarse conmigo porque no lo dejaría ni siquiera irse a descansar después de muerto, por lo enojado que estaría con él por haberme abandonado, por haberse desperdiciado. Ahora solo espero que de verdad lo haya sentido.
Les dije, no todos los días serían como el de ayer. Yo mismo lo sabía, no todos los días tendrían pie de queso, mantequilla y perros. Hoy lidié con momentos muy fuertes, unos muy luminiscentes, otros muy oscuros. Retuve también tristeza y desazón en mi corazón. Experimenté también valentía al recorrer puentes que creía cerrados.
Esto de perdonarse no está fácil, no está nada fácil. Porque aceptar es lo mejor y lo peor que te podría pasar. Piensas en todos los “Hubiera” en los “Por qué” Y puede volverse algo muy pesado. Experimenté sentimientos como el enojo, la irritación y la confusión. Una de sus fotos apareció en mi timeline y sentí que Facebook me daba una bofetada. Es impresionante lo que un simple post puede hacerte. Lo voy a confesar y sí, le di zoom a su foto, vi su cara, su sonrisa, repasé cada detalle y sentí lágrimas en mi pecho que no pudieron subir a mis ojos.
La resignación de perderlo es cada vez más grande y es de los sentimientos más feos que he experimentado jamás porque viene con consecuencias grandísimas, que más me vale que se conviertan en aprendizajes por mí propio bien. “No estoy muerto” pensé. Y él tampoco lo está. Ambos podremos hacerlo mejor, aunque también lo pienso y él ya lo estaba haciendo bien, fui yo quien se equivocó y es con lo que me toca cargar, lo que me toca trabajar. Creo que lo escribo para ver cómo se ve en palabras y probar si así me angustio y me asusto menos.
Afortunadamente ninguno de los dos estamos muertos… En el sentido más literal. Sin duda nos matamos de muchas maneras, a nosotros mismos y mutuamente. Espero que encontremos la manera de revivirnos y por mí parte sé que hay cosas de mí que tal vez no vuelvan a vivir, así que ahí, en aquellas ramas secas me tocará poner unas orquídeas bonitas y tratar de decorar con un poco de vida mi alma, así como mi corazón.
Son cosas que prefiero hacerlo ahora antes de que una experiencia peor me haga valorar lo que tengo hoy, porque sé que sin duda no todos tendríamos la fortaleza de la persona con la que me reuní hoy, ni tampoco la sabiduría para entender que fue tan solo un llamado de atención y que podemos hacer las cosas bien, tal vez no tengamos la suerte de tan solo vivir en la incertidumbre de lo que pasará en un tiempo determinado para después sobrevivir, ¿Qué haría yo si supiese que voy a morir en tres meses? ¿Qué haría él? Espero que ser felices, espero que perdonar, que hacer todo lo que no habíamos podido hacer. Vivir como si fuera el último día todos los días de mi vida, ¿Qué harían ustedes?
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